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Pocho Láser: el arte de grabar recuerdos para siempre

El zumbido fino de la máquina se mezcla con el destello que dibuja un nombre sobre el metal.

Pocho Láser: el arte de grabar recuerdos para siempre

El zumbido fino de la máquina se mezcla con el destello que dibuja un nombre sobre el metal.

Por Claudio Márquez

Estamos en Pocho Láser, el taller que César Acosta levantó en Ayolas 275 y donde cada día se transforman objetos comunes en piezas únicas.

“Esto es la sala de grabado”, me dice César, mientras en la pantalla del monitor se proyecta el diseño que en segundos quedará inmortalizado sobre un termo o un cuchillo. El proceso parece simple: alguien trae el producto, el diseñador ajusta el logo y la máquina hace el resto. Pero detrás hay oficio, precisión y una certeza: lo grabado es perpetuo.

“Penetra en el metal de tal forma que no se puede borrar más. Por eso siempre pedimos que nos traigan las letras bien anotadas, porque no hay vuelta atrás”, sonríe César, mientras pasa los dedos por un mate recién terminado.

De un detalle íntimo a pedidos multitudinarios

La magia de Pocho Láser funciona en dos escalas. Puede ser un detalle personal –un presente con el nombre de un ser querido– o un encargo empresarial de miles de artículos. “No es lo mismo regalar una lata que regalar una con la inscripción Claudio, feliz cumpleaños. Ahí está el valor: en lo personal”, asegura.

Y la demanda no tiene techo. Una de las anécdotas más recordadas fue el pedido de un sindicato: 2.500 artículos en apenas seis días. “Eso normalmente lleva 25 días. Éramos nueve, duplicamos el equipo a 18 personas y trabajamos en dos y hasta tres turnos. Te agarraba el sueño y seguías”, recuerda César, con el orgullo intacto.

Un taller que también siembra futuros

Pero Pocho Láser no es solo un emprendimiento familiar. También es una escuela de oficios. Los jóvenes que ingresan aprenden a operar las máquinas y se capacitan para, algún día, montar su propio negocio. “Mi anhelo es que cada uno tenga su propia máquina de grabado y pueda crecer como crecimos nosotros”, confiesa Acosta.

Un universo de más de 100 productos

Mates, termos, cuchillos, bombillas, juegos de cubiertos. En total, más de 120 artículos que pueden personalizarse. Y si el cliente trae una pieza propia –el cuchillo heredado de un padre, un mate comprado en otro lugar– también la convierten en un recuerdo único. Incluso, para quienes aún no tienen un logo, el equipo de diseño se encarga de crearlo en minutos.

La filosofía es clara: todos los clientes importan. Desde un sindicato que encarga 4.000 bombillas hasta el carnicero del barrio que quiere sorprender a sus diez mejores clientes.

El sello que queda para siempre

En Pocho Láser no se venden productos: se venden emociones grabadas en acero, madera o vidrio. Un oficio artesanal con tecnología de precisión que convierte cada objeto en un mensaje eterno.

“Nos gusta pensar que no solo hacemos grabados –dice César–, sino que ayudamos a que la gente deje su huella en algo que perdure”.

Pocho Láser – Ayolas 275, Rosario
341 321 6557

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